ASAMBLEA PERMANENTE POR LOS DERECHOS HUMANOS
DELEGACION CHASCOMUS
DELEGACION CHASCOMUS
Hace dos años tuvo difusión una carpeta con fotografías preparada por trabajadores del hospital municipal, mostrando falencias en su estado y mantenimiento. La presidencia del Concejo Deliberante recibió ese material y en parte fue mostrado en un programa televisivo local.
En una nota de Junio de 2007 nos referimos a la contradicción evidente entre el estado edilicio del hospital y el hecho de estar comprendido en la principal partida del presupuesto municipal.
La falta de mantenimiento parece endémica en el San Vicente de Paul. Los baños nunca funcionan correctamente, la pérdida de agua es constante. Tomas eléctricas y timbres adolecen de pronta reparación, con el riesgo consiguiente. Pedir el reemplazo de una bombita quemada es toda una gestión de la que no debieran encargarse enfermeras ni profesionales.
La sala de partos sigue esperando la nueva camilla que hace dos años la intendente Denot y Chiacchio dijeron que estaba a punto de llegar. Allí se cuenta con un aspirador, pero debiera haber otro para usarlo donde resulte necesario sin llevarse aquél o sin trasladar el bebé o el niño. Hay un saturómetro en maternidad, y debiera contarse con otro en la guardia.
Fueron las enfermeras quienes consiguieron una donación de pintura y cortinas para mejorar el estado de la sala de pediatría. No había cortinas contra el sol que en verano pega en las ventanas. Cansadas de la falta de respuestas, las mucamas salen a comprar trapos de piso, quita sarro o un mejor detergente que el aguado líquido que les proveen.
La Directora de Salud se muestra inaccesible y el último Director designado mostró buenas intenciones pero también no encontrarse en condiciones físicas para afrontar la tarea.
En Febrero, a raíz de las pérdidas en las viejas cañerías, se interrumpió el agua caliente en maternidad y pediatría. De ahí en adelante el agua necesaria se proveyó calentándola en ollas y pasándola a lavabos y bañeras. En jarras se la puso a disposición de las parturientas para que se higienizaran.
Hace tres semanas, sin preparativo alguno, irrumpió personal de Obras Públicas en el sector de pediatría y maternidad y, para reparar la instalación de agua, procedió al quite de la cubierta de azulejos y al picado de paredes. Al revoque nuevo se le daría una capa de pintura especial lavable, en lugar de reponer el azulejado.
En consecuencia la atención en ambas salas siguió adelante entre escombros y polvillo; allí donde hay recién nacidos, bebés internados y niños bajo atención por problemas bronquiales. Finalmente, y por suerte, una mañana, a eso de las 10 hs., los municipales que picaban las paredes rompieron el caño del agua y se inundó la sala de maternidad. De lo contrario se hubiera seguido atendiendo a sala llena, entre el polvo y los escombros. La inundación hizo que los profesionales se reunieran y tomaran la decisión de reubicar los servicios. Parto se trasladó a quirófano, junto con las incubadoras. Las mucamas pusieron mano a la tarea del desagote y la limpieza del barrizal causado por el polvo y el picado.
A las 14 hs. se tomó una medida muy significativa: 3 de los 5 integrantes del servicio de mantenimiento hospitalario fueron trasladados a Obras Públicas. La situación recién estaba en vías de encarrilarse hacia el final del día, pero todos los turnos siguieron ocupados hasta la mañana siguiente.
Salvo Pécora, quien afirmó que en cuatro días estaría todo arreglado, los responsables jerárquicos brillaron por su ausencia.
Ahora los caños de la nueva instalación de agua caliente entran por el cielo raso y bajan a la vista, fijados con grampas. Alguno de ellos pasa por delante de una ventana, que ya no puede abrirse.
Corregir deficiencias de este nivel requeriría que la sala de maternidad fuera cerrada hasta ser dejada en óptimas condiciones. En cambio, el modo preferido es continuar poniendo parche sobre parche. Es el más desconsiderado, tanto hacia fuera como hacia dentro del establecimiento.
Sin duras, este deficiente estado repercute con mayor intensidad en la sala de pediatría. Con el traspaso de los elementos de un caso a otro, y la contigüidad de la atención, rondan las posibilidades de contagios internos, como que una bronqueolitis, propia de esta época del año, se convierta en neumonía.
Lamentable consecuencia de estas condiciones, es que profesionales y trabajadores se ven obligados a aceptar y acostumbrarse a esta manera de proceder. Aquel cuya salud no lo soporte o cuya moral no lo acepte, seguramente en nombre de otra idea sobre lo que es un servicio hospitalario, debe resignarse o alejarse.
Casos desgraciados, por encima de su origen eventual, pueden ser generados por el cúmulo de malas condiciones en que trabajan quienes los atienden, en medio de falencias crónicas, apuros, exigencias, mal humor y falta de apoyo.
En una cuestión crítica, en la que todos debemos sentirnos involucrados y donde debe primar la eficiencia, porque se trata nada menos que de la salud pública, necesitamos y exigimos urgentes explicaciones y soluciones por parte de responsables y autoridades.
Carlos G. Bauer Carlos A. Martínez Enrique Chientaroli
Presidente Presidente Secretario Coordinador
En una nota de Junio de 2007 nos referimos a la contradicción evidente entre el estado edilicio del hospital y el hecho de estar comprendido en la principal partida del presupuesto municipal.
La falta de mantenimiento parece endémica en el San Vicente de Paul. Los baños nunca funcionan correctamente, la pérdida de agua es constante. Tomas eléctricas y timbres adolecen de pronta reparación, con el riesgo consiguiente. Pedir el reemplazo de una bombita quemada es toda una gestión de la que no debieran encargarse enfermeras ni profesionales.
La sala de partos sigue esperando la nueva camilla que hace dos años la intendente Denot y Chiacchio dijeron que estaba a punto de llegar. Allí se cuenta con un aspirador, pero debiera haber otro para usarlo donde resulte necesario sin llevarse aquél o sin trasladar el bebé o el niño. Hay un saturómetro en maternidad, y debiera contarse con otro en la guardia.
Fueron las enfermeras quienes consiguieron una donación de pintura y cortinas para mejorar el estado de la sala de pediatría. No había cortinas contra el sol que en verano pega en las ventanas. Cansadas de la falta de respuestas, las mucamas salen a comprar trapos de piso, quita sarro o un mejor detergente que el aguado líquido que les proveen.
La Directora de Salud se muestra inaccesible y el último Director designado mostró buenas intenciones pero también no encontrarse en condiciones físicas para afrontar la tarea.
En Febrero, a raíz de las pérdidas en las viejas cañerías, se interrumpió el agua caliente en maternidad y pediatría. De ahí en adelante el agua necesaria se proveyó calentándola en ollas y pasándola a lavabos y bañeras. En jarras se la puso a disposición de las parturientas para que se higienizaran.
Hace tres semanas, sin preparativo alguno, irrumpió personal de Obras Públicas en el sector de pediatría y maternidad y, para reparar la instalación de agua, procedió al quite de la cubierta de azulejos y al picado de paredes. Al revoque nuevo se le daría una capa de pintura especial lavable, en lugar de reponer el azulejado.
En consecuencia la atención en ambas salas siguió adelante entre escombros y polvillo; allí donde hay recién nacidos, bebés internados y niños bajo atención por problemas bronquiales. Finalmente, y por suerte, una mañana, a eso de las 10 hs., los municipales que picaban las paredes rompieron el caño del agua y se inundó la sala de maternidad. De lo contrario se hubiera seguido atendiendo a sala llena, entre el polvo y los escombros. La inundación hizo que los profesionales se reunieran y tomaran la decisión de reubicar los servicios. Parto se trasladó a quirófano, junto con las incubadoras. Las mucamas pusieron mano a la tarea del desagote y la limpieza del barrizal causado por el polvo y el picado.
A las 14 hs. se tomó una medida muy significativa: 3 de los 5 integrantes del servicio de mantenimiento hospitalario fueron trasladados a Obras Públicas. La situación recién estaba en vías de encarrilarse hacia el final del día, pero todos los turnos siguieron ocupados hasta la mañana siguiente.
Salvo Pécora, quien afirmó que en cuatro días estaría todo arreglado, los responsables jerárquicos brillaron por su ausencia.
Ahora los caños de la nueva instalación de agua caliente entran por el cielo raso y bajan a la vista, fijados con grampas. Alguno de ellos pasa por delante de una ventana, que ya no puede abrirse.
Corregir deficiencias de este nivel requeriría que la sala de maternidad fuera cerrada hasta ser dejada en óptimas condiciones. En cambio, el modo preferido es continuar poniendo parche sobre parche. Es el más desconsiderado, tanto hacia fuera como hacia dentro del establecimiento.
Sin duras, este deficiente estado repercute con mayor intensidad en la sala de pediatría. Con el traspaso de los elementos de un caso a otro, y la contigüidad de la atención, rondan las posibilidades de contagios internos, como que una bronqueolitis, propia de esta época del año, se convierta en neumonía.
Lamentable consecuencia de estas condiciones, es que profesionales y trabajadores se ven obligados a aceptar y acostumbrarse a esta manera de proceder. Aquel cuya salud no lo soporte o cuya moral no lo acepte, seguramente en nombre de otra idea sobre lo que es un servicio hospitalario, debe resignarse o alejarse.
Casos desgraciados, por encima de su origen eventual, pueden ser generados por el cúmulo de malas condiciones en que trabajan quienes los atienden, en medio de falencias crónicas, apuros, exigencias, mal humor y falta de apoyo.
En una cuestión crítica, en la que todos debemos sentirnos involucrados y donde debe primar la eficiencia, porque se trata nada menos que de la salud pública, necesitamos y exigimos urgentes explicaciones y soluciones por parte de responsables y autoridades.
Carlos G. Bauer Carlos A. Martínez Enrique Chientaroli
Presidente Presidente Secretario Coordinador
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